30/05/10
Zygmunt Bauman nació en 1925 en Poznan, Polonia, pero vive, enseña, siente y piensa en Leeds, Inglaterra. Sus conclusiones como sociólogo sobre la globalización son puntos de partida para las ciencias sociales en todo el planeta. Creó el concepto de modernidad líquida en contraposición a la modernidad sólida, donde se mantenía la ilusión de que los problemas tenían solución y que serían inmutables. Desaparecida la solidez, se impone la liquidez como metáfora de lo inasible.
¿Qué significa este premio? Los físicos, químicos, geólogos, astrónomos no conversan con sus objetos de estudio. Para los que trabajamos en humanidades y ciencias sociales, el estudio es una conversación infinita. Lo que nuestros “objetos” piensan y dicen importa. En nuestro caso, el reconocimiento público, como este premio, no es sólo un halago para el ego, nos está diciendo que estamos en el camino correcto, que no hemos errado la senda, que nuestro trabajo tiene sentido, que ayuda a que la gente vea con más claridad qué cosas la mueven e incluso viva su vida de un modo más sensato, honesto y digno… Se escuchan voces que propician el retorno del humanismo, donde uno es el centro del universo. ¿Cómo le sienta esta idea? Ojalá las cosas fueran tan simples como sugieren algunos filósofos. Este “retorno del individuo” refleja la tendencia actual a dejar a los hombres librados a su suerte, exhortarlos a buscar soluciones individuales a problemas de origen social y obligarlos a tratar, en vano, de aplicar esas soluciones con la ayuda de sus recursos individuales, magros. Entonces, todos somos “individuos por mandato del destino”, pero la mayoría de nosotros bregamos por convertirnos en individuos de facto, es decir en personas capaces de autoafirmarse y controlar auténticamente su vida. A muchos de nosotros nos parece claro (y es profundamente frustrante) que los filósofos que toman la promesa de la autosuficiencia viven en las nubes: robustecen y perpetúan una ficción en lugar de ayudarnos a desenmascarar el engaño y el autoengaño en que se basa, y de permitirnos ver a través del engaño los verdaderos mecanismos sociales que moldean nuestro destino y frustran nuestros esfuerzos para cumplir con el mandato y hacer realidad la promesa.
En su último libro “Mundo consumo”, analiza la identidad atacada por un mundo escaso en valores éticos. ¿Es muy difícil conservar hoy la identidad laboral, cultural...? Este es un mundo incierto, expuesto a sorpresas desagradables tanto como agradables. Los vínculos humanos en los que nuestra identidad buscaba un refugio seguro son cada vez más frágiles y solubles. Necesitamos conciliar dos tareas incompatibles: hacer que nuestras identidades sean seguras y al mismo tiempo conservar la capacidad de convertirnos en otra persona. Second Life o Facebook nos sugieren que eso puede hacerse, y es por eso que más y más de nosotros tratamos de protegernos en el mundo online , donde eso “puede hacerse”, de la dura realidad del offline , donde es evidente que no puede hacerse. Combatimos en dos frentes simultáneamente: contra la amenaza constante de la exclusión y contra el peligro de “quedar fijados” cuando tantas personas a nuestro alrededor y en la pantalla parecen estar en movimiento.
¿Quiénes son los nuevos “residuos humanos” (víctimas de la desigualdad global) en el contexto global actual? El residuo humano es subproducto inevitable de la modernización. La doble intención del esfuerzo modernizador es imponerle orden a la desordenada contingencia y lograr “progreso económico” (producir bienes con menos costo y menos mano de obra). El ordenamiento hace que algunas personas sean “inadecuadas”. Son un “descarte social” al que la sociedad es incapaz o reacia, o a la vez incapaz y reacia, de darle cabida. Por lo tanto, la modernización es también, inevitablemente, una era de migración masiva. Los migrantes son el principal “residuo humano” del nuevo “contexto global”. También son un tipo de residuo potencialmente tóxico para el cual todavía no se han diseñado plantas de reciclaje.
¿Cuál ha sido el mejor momento de su vida hasta ahora? Cuando tenía aproximadamente mi edad (85 años), Wolfgang Goëthe declaró que había tenido una vida muy feliz. Pero agregó: “Aunque no puedo recordar una sola semana plena y verdaderamente feliz…” Ese es, me parece, el exasperante misterio de la felicidad. Y es, pienso, la razón por la cual tanta gente busca la felicidad de un modo que hace sumamente difícil encontrarla.
Fonte:
Nenhum comentário:
Postar um comentário
Caso deseje comentar esta matéria ou complementar alguma informação deste Blog, envie suas considerações para nós. Agradecemos suas visita.